domingo, 29 de agosto de 2010

El encuentro

Todas las mañanas pasaba por debajo de su cama, a toda velocidad, haciendo un ruido infernal con el roce de las ruedas en los raíles.

Ella no se da cuenta de su paso.
Él de su sueño.

Dormida. Plácidamente envuelta en el calor de las sábanas, varias decenas de metros por encima.

Sentado en el vagón, embebido en la lectura, varias decenas de metros por debajo.

Por un momento mínimo, coincidían sin saberlo en el mismo punto. Todos los días, a la misma hora. Uno embebido en la lectura. La otra en los brazos de Morfeo. Un día tras otro. Y otro.

Hasta que un día ocurrió lo inevitable. Entre sueños extrajo su brazo de entre las sábanas, lo estiró, y lo estiró, hacia abajo…, más abajo…, atravesando cada capa de suelo…, una y otra, hasta que llegó hasta él, justo cuando pasaba. En el preciso instante de tiempo en el que coincidían en el mismo lugar. Le agarró con su mano y le atrajo hacia ella.

- Hola. Que gusto conocerte.
- El gusto es mío.



7 comentarios:

  1. Si , espectacular y muy cierto, bonitas fotos. saludos

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  2. mágico instante...

    El encuadre de la primera foto es muy sugerente.
    saludos

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  3. buena istoria

    gracias por compartirla

    un slaudo desde la avenida!!

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  4. Muy original la historia, sí, señor :)
    ¡Cómo me gusta tenerte también por aquí!

    Un besito color púrpura

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  5. Preciosa la historia. Qué buenos modelos son los trenes siempre, tienen ese aire melancólico y dinámico... Como siempre me encantan tus fotos.

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  6. Tú sí que encuentras inspiración hasta en el vacío inexpresivo de un vagón :D


    El gusto (de leerte) es siempre nuestro ;)

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  7. Hacía tiempo que quería pasarme por aqui, pero ya sabes, la dejadez o las pocas ganas para que engañarnos....

    Me ha gustado pasarme y ver fotos tan bonitas llenas de historias tan cercanas, reales y llenas de sentido.

    Voy a seguir echándole un vistazo a todas tus entradas. Ahora que he empezado ya no puedo parar, ni quiero, claro.

    Un beso Ramón.

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