Hacía ya años que no se veía salir humo de la chimenea, señal de que la casa llevaba deshabitada demasiado tiempo. La verja siempre cerrada, las ventanas atrancadas y a los pies de la puerta la nieve acumulada. Estaba claro que la vida se había alejado de aquel lugar hacía tiempo.
Pero aquella tarde, al pasar por delante, un tibio y azulado humo surgía de la chimenea indicando que algo había cambiado en su interior. Al acercarme percibí un aroma a galletas que realmente abría el apetito de cualquiera. Llamé tímidamente a la puerta y se abrió invitándome a pasar:
- Adelante - oí desde dentro -, las galletas ya están listas y el té caliente.
En ese momento supe que la magia había vuelto a revivir en el bosque.
Texto: SuperG
Fotos: SuperG
Lo pintas tan acogedor que dan ganas de entrar y pasar allí la tarde, en lugar de salir al frío a trabajar.
ResponderEliminarPrecioso la foto y el texto.
Qué suerte tienes :) dan ganas de encontrar esa casita y compartir el té y las galletas recién hechas ^^
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